Fuga en la Selva Ardiente Cao Cao cabalgaba junto a Zhang Liao, escoltado por un centenar de jinetes, mientras las llamas rugían a su alrededor. De repente, una voz atronadora resonó a sus espaldas. -¡Cao Cao, no huyas! - gritó Lü Meng, liderando un escuadrón de soldados en persecución. Cao Cao azuzó su caballo y ordenó a Zhang Liao cubrir la retaguardia. Pero, antes de que pudieran avanzar mucho, un nuevo grupo de antorchas iluminó el frente. Un guerrero surgió de la penumbra y proclamó: -¡Soy Ling Tong y he venido a por tu cabeza! Cao Cao palideció. Justo cuando todo parecía perdido, Xu Huang llegó con refuerzos. En la confusión del combate, lograron abrirse paso y continuar su escape hacia el norte. No habían recorrido ni diez líneas cuando un nuevo ataque se precipitó sobre ellos. Gan Ning y sus hombres irrumpieron en la vanguardia de Cao Cao, causando estragos en sus filas. Cao Cao, sin otra alternativa, tomó la ruta hacia Yiling y ordenó a Zhang He defender la retaguardia. La Trampa de Zhao Yun Cuando el cielo comenzó a aclararse, Cao Cao miró atrás y vio que las llamas habían quedado atrás. Sus tropas estaban exhaustas, pero al ver la espesura del bosque y la geografía escarpada, Cao Cao soltó una carcajada. -¡Qué torpes son Zhou Yu y Zhuge Liang! - exclamó. - Si yo fuera ellos, habría ocultado una emboscada aquí mismo. Antes de que terminara de hablar, el estruendo de tambores resonó en el valle. Llamas iluminaron la noche y un grupo de soldados emergió de la espesura. Al frente cabalgaba Zhao Yun, su lanza brillando a la luz del fuego. -¡Os estaba esperando! - rugió el guerrero. Cao Cao, aterrorizado, ordenó a Xu Huang y Zhang He resistir el ataque mientras él intentaba avanzar entre el caos. Zhao Yun luchó ferozmente, pero no lo persiguió al notar que su enemigo se alejaba. Bajo la Lluvia Torrencial Al amanecer, una lluvia torrencial se desató. Desesperado, Cao Cao ordenó a sus soldados saquear un poblado cercano en busca de provisiones. Justo cuando se disponían a encender fuego para cocinar, un nuevo ejército apareció. Cao Cao sintió un sobresalto en el corazón, pero al ver que se trataba de Li Dian y Xu Chu escoltando a sus estrategas, dejó escapar un suspiro de alivio y retomaron la marcha. La Emboscada de Zhang Fei Al llegar al paso de Hulu, agotados y hambrientos, Cao Cao ordenó sacrificar caballos para alimentarse. Sentado bajo los árboles, volvió a reírse. -¡Zhou Yu y Zhuge Liang son unos ineptos! - declaró. - Si yo fuera ellos, habría escondido tropas aquí para emboscarnos. No terminó de hablar cuando el estruendo de un cañón sacudió el valle. Desde lo alto de la montaña, un ejército bloqueó el paso. Al frente, sobre su imponente caballo, Zhang Fei blandía su lanza y rugió: -¡Cao Cao, tu hora ha llegado! El pánico se apoderó de los soldados. Xu Chu, Zhang Liao y Xu Huang se lanzaron a la batalla para abrir una vía de escape. Cao Cao, aprovechando la confusión, huyó con su vida, pero la mayoría de sus generales resultaron heridos. La Decisión de Guan Yu El camino se bifurcó. Un soldado informó: -La ruta principal es más larga, pero segura. El sendero de Huarong es corto, pero accidentado y fangoso. Cao Cao analizó la situación y razonó en voz alta: -Zhuge Liang quiere que evite el sendero y tome la ruta principal, donde me espera una emboscada. No caeré en su trampa. ¡Iremos por Huarong! Pero la lluvia había convertido el camino en un lodazal. Las tropas avanzaban lentamente, y muchos soldados caían exhaustos. Para evitar retrasos, Cao Cao ordenó ejecutar a cualquiera que se rezagara. Al final del día, de los miles que lo habían seguido, quedaban menos de trescientos. De repente, Cao Cao soltó otra carcajada. -¡Cuánto sobreestiman a Zhou Yu y Zhuge Liang! - dijo. - Si fueran realmente sabios, habrían escondido un ejército justo aquí. Un cañón rugió y quinientos soldados bloquearon el camino. Liderándolos estaba Guan Yu, su alabarda brillando al sol. -¡Nadie avanzará sin mi permiso! - declaró. Los soldados de Cao Cao palidecieron. Viendo que no tenía escape, Cao Cao dijo: -¡Si es nuestra hora, luchemos hasta el final! Pero sus generales lo detuvieron. -No tenemos fuerzas para combatir - le dijeron. - Se dice que Guan Yu es un hombre de honor. Si le recuerdas su deuda contigo, quizá te perdone. Cao Cao se adelantó y saludó con respeto: -General Guan, ¡cuánto tiempo sin vernos! Guan Yu inclinó la cabeza. -He esperado aquí bajo órdenes del estratega Zhuge Liang - respondió. -Estoy derrotado y sin salida. Espero que, por nuestra vieja amistad, tengas piedad - pidió Cao Cao. Guan Yu recordó la generosidad de Cao Cao en el pasado. Viendo a sus soldados desfallecidos y aterrorizados, sintió un nudo en la garganta. Finalmente, dejó paso a Cao Cao y su gente. El Lamento de Cao Cao Al llegar a Nanjun, solo quedaban veintisiete jinetes. Justo cuando pensaba que todo estaba perdido, tropas amigas aparecieron. Eran los hombres de Cao Ren. Cao Cao, por primera vez en días, pudo respirar tranquilo. Esa noche, reunió a sus estrategas y rompió en llanto. -No temí la muerte cuando estaba en peligro - dijo entre sollozos. - ¡Lloro porque si Guo Jia siguiera vivo, nunca habría caído tan bajo! Todos guardaron silencio, sintiendo la tristeza de su señor.